viernes, 1 de enero de 2021

UN AÑO EN EL INFIERNO



 

Termina el año 2020 y como nunca antes, sentimos alivio que finalizó, ya que ha sido quizás, el peor año de nuestra historia reciente. Hemos pasado por la perdida de seres queridos, pérdida de amigos por causa del COVID-19, hemos sentido nuestras economías deshacerse, nuestros planes y proyectos detenerse, postergarse o morir, hemos visto fallecer a personas que jamás habríamos pensado que saldrían de este plano tan pronto, como personajes famosos o conocidos siervos de Dios. En fin, un año para el olvido, un año en el infierno, por usar una metáfora.

He estado leyendo las historias de Facebook, Instagram, WhatsApp, tanto de amigos como desconocidos, y me llama poderosamente la atención, que todos han evitado las tradicionales resoluciones de año nuevo, como los objetivos a lograr, el bajar de peso, decisiones de logros a alcanzar. Pero al mismo tiempo veo la intención de muchas personas de en este 2021 aprender un nuevo oficio o habilidad para la vida, decisión de pasar más tiempo con la familia. Esto , es lo positivo que podemos rescatar del año que termina, hemos aprendido que no somos tan autosuficientes como pensábamos y que no tenemos el control de muchas cosas que ocurren a nuestro derredor.

La razón por la que hacemos resoluciones de fin de año es porque nos gusta saber que tenemos el control de las cosas que puedan suceder. Sospecho que las resoluciones son una forma de que ganemos una sensación de control sobre un futuro incontrolable. En ese sentido, imitamos el concepto de años. 

Pero déjame decirte algo, la naturaleza no sabe que terminamos un año y comenzamos otro, para ella, es un día más. No sabe nada de que terminó un 2020 y comenzó un 2021. Me parece que creamos años para darnos una sensación de cierre y nuevos comienzos. Hoy se siente como si el 2020 hubiera "terminado" y el 2021 haya "comenzado", pero ninguna de las dos cosas es cierta excepto en nuestra imaginación. 

Otros calendarios registran el tiempo de manera muy diferente al nuestro; por ejemplo, hoy es 19 de diciembre de 2020 en el calendario juliano, Kiyahk 23 de 1737 en el calendario copto y Teveth 17 de 5781 en el calendario hebreo. 

Lo que si es totalmente cierto es que “este es el día que hizo el Señor ” ( Salmo 118: 24 ). Con toda nuestra sofisticación científica, no podemos hacer o crear ni un solo momento de tiempo. Cada día que amanece es un regalo del Dios del tiempo y la eternidad. Cada minuto nos lo prestó nuestro Señor. 

Como resultado, cuando sometemos nuestro tiempo a nuestro Padre, en un sentido muy real le estamos dando lo que ya es suyo. Somos como niños que piden dinero prestado a nuestros padres para poder comprarles regalos de Navidad. Lo que David dijo sobre las ofrendas dadas para construir el templo de Dios es igualmente cierto para nosotros hoy: “Todo proviene de ti, y de lo tuyo te lo damos” ( 1 Crónicas 29:14 ). 

Si bien no podemos darle a Dios nada que no sea suyo, podemos usar lo que él nos confía para su mayor gloria y nuestro mayor bien. Con este fin, en lugar de adoptar resoluciones autosuficientes en la búsqueda fantasiosa de imponer nuestra voluntad en el año nuevo, me gustaría ofrecer un recordatorio simple pero transformador que nos posiciona para experimentar lo mejor de Dios en los días venideros (si el Señor se demora). 

De hecho, si pudiera exigir a cada cristiano que hiciera una sola cosa, sería esta: “Sed llenos del Espíritu” ( Efesios 5:18 ). Este mandamiento requiere que entreguemos cada dimensión de nuestra vida al Espíritu de Dios, buscando y siguiendo su ejemplo en su poder para cumplir sus propósitos. 

Para hacer esto, comienza cada día por estar a solas con tu Señor. Pídele a su Espíritu que te recuerde cualquier cosa en tu vida que le desagrade. Confiesa todo lo que venga a tus pensamientos, pide a tu Señor que te perdone y reclama su gracia limpiadora ( 1 Juan 1:9 ). 

Ahora pídele a su Espíritu que tome el control de tus actitudes, pensamientos, palabras y acciones. Ora a lo largo de tu día, entregándolo a su soberanía. A medida que avanza el día, ora por tus oportunidades y desafíos. Pídele al Espíritu que te dé poder cuando te enfrentes a la tentación y que te perdone y restaure si caes en el pecado. 

Mantente conectado con tu Señor omnipotente practicando la presencia de Jesús. 

Y diremos como el gran misionero William Carey: “Esperen grandes cosas de Dios; intenten grandes cosas para Dios ".

¿Harás ambas cosas este año?

 

 

1 comentario:

  1. Excelente reflexión. Hay que enfocarse siempre hacia cosas eternas. Un abrazo hermano, gracias por compartirlo.

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