viernes, 1 de marzo de 2019

ESTAD QUIETOS, Y SABED QUE YO SOY DIOS".



Estad quietos, y sabed que yo soy Dios".
Somos la sociedad más verbal de la historia.
Hoy Se envían seis mil tweets por segundo , lo que corresponde a quinientos millones de tweets por día. Cada sesenta segundos, se publican 510,000 comentarios en Facebook .
Agrega los 1.700 millones de sitios web en Internet y la información intercambiada en sitios de redes sociales como WhatsApp (mil millones de usuarios al mes), WeChat (697 millones de usuarios al mes), Tumblr (555 millones de usuarios al mes) e Instagram (400 millones). usuarios al mes), y queda claro que estamos intercambiando más palabras que nunca en la historia de la humanidad.
Estas pueden ser buenas noticias para el evangelio, pero malas noticias para nuestras almas.
Hace unas semanas compartí con la Iglesia Church for all nations en Boca Raton estado de Florida, una historia sobre dos amigos de civilizaciones diferentes, que usé para enseñar sobre la necesidad de estar afinados a la frecuencia de Dios. Se titula EL CANTO DEL GRILLO y hoy quiero comentárselas: Érase una vez un indio que abandonó la reserva y fue a visitar a un hombre blanco al que le unía una vieja amistad. Una ciudad grande, con todo ese ruido, esos coches y tantas personas que tienen todas tanta prisa, era algo nuevo y desconcertante para el indio. El piel roja y el cara pálida paseaban por la calle cuando, de repente, el indio le dio un ligero toque a su amigo en el hombro y le dijo: –¡Párate un momento! ¿Oyes lo que yo estoy oyendo? El hombre blanco contestó: –Lo único que oigo es el claxon de los coches y el traqueteo de los autobuses. Y también las voces y el ruido de los pasos de los hombres. ¿Qué es lo que te ha llamado la atención? –Ninguna de esas cosas. Oigo que en los alrededores hay un grillo cantando. El hombre blanco agudizó el oído. Después sacudió la cabeza. –Te estás equivocando, amigo –dijo–. Aquí no hay grillos. Además, aunque hubiese un grillo por aquí, en alguna parte, sería imposible oír su canto con todo este ruido de fondo. El indio dio unos cuantos pasos. Se quedó parado ante la pared de una casa. Por esa pared crecía una vid silvestre. Corrió unas hojas hacia un lado, y ¡vaya asombro para el hombre blanco! Allí había, en efecto, un grillo, que cantaba con todas sus fuerzas. Y, cuando el hombre blanco vio el grillo, también pudo percibir el sonido que emitía. Siguieron andando, y después de un rato dijo el hombre blanco: –Está claro que eras tú quién podía oír el grillo. Tu oído está mucho mejor entrenado que el mío. Además, los indios tienen el oído más desarrollado que los blancos. El indio sonrió, negó con la cabeza y respondió: –Te equivocas, amigo. El oído de un indio no es mejor ni peor que el de un blanco. Atiende, que te lo voy a demostrar. Metió la mano en el bolsillo, sacó una moneda de 50 céntimos y la dejó caer sobre la acera. La moneda tintineó al chocar con el asfalto, y las personas que se encontraban a varios metros de los dos amigos se apercibieron del sonido y miraron hacia todos los lados. Finalmente, uno la encontró, la recogió y se la guardó. Después siguió andando. –¿Ves? –dijo el indio–. El tintineo de la moneda no era un sonido más fuerte que el canto del grillo, y a pesar de ello lo han oído muchas mujeres y hombres blancos y se han dado la vuelta al instante, mientras que el canto del grillo nadie lo oyó más que yo. No es cierto que el oído de los indios sea mejor que el de los blancos. Es simplemente que cada uno oye bien solo aquello a lo que está acostumbrado a atender. FREDERIK HETMANN Historia de pieles rojas
El secreto de la Reforma.
En medio de la cacofonía de las palabras en nuestra cultura, puede ser difícil escuchar la voz de Dios. Pero las palabras humanas no pueden cambiar los corazones humanos. Solo las palabras de Dios tienen el poder de convencer de pecado, salvar almas y transformar eternidades.
La declaración "Así dice el Señor" aparece más de cuatrocientas veces en la Biblia . Cada vez, un humano  escuchaba la palabra de Dios antes de que  hablara o escribiera su verdad al mundo.
Ahora es tu turno.
Para hablar la palabra de Dios, primero debemos escuchar la palabra de Dios. ¿Cuándo fue la última vez en nuestra frenética cultura impulsada por las redes sociales, que aceptaste la invitación de tu Padre celestial a “estar quieto y saber que yo soy Dios” ( Salmo 46:10 )? ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste el “susurro bajo” del Espíritu de Dios ( 1 Reyes 19:12 )?
Nuestro Padre habla a través de su palabra mientras estudiamos las Escrituras ( Hebreos 4:12). Habla a través de su adoración mientras oramos y nos enfocamos en él (cf. Hechos 13: 2 ). Habla a través de su mundo mientras buscamos al Creador en su creación ( Salmo 19: 1–4 ).
Hoy nos invaden constantemente las redes sociales y dedicamos en promedio cinco horas al día al uso de ellas. Permita Dios que este avance tecnológico no nos impida recordar la necesidad de estar a solas con Él, quién es nuestra verdadera fuente de sabiduría, entendimiento y guía espiritual. (Salmo 111:10)
De hecho, tu Señor quiere hablarte hoy. ¿Cuándo harás tiempo para escuchar??


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