Estad quietos,
y sabed que yo soy Dios".
Somos la sociedad más verbal de la historia.
Un estudio concluyó que las mujeres hablan 16,215 palabras por día, mientras que los hombres hablan 15,669 palabras por día . Pero eso es sólo la punta del
iceberg.
Hoy Se envían
seis mil tweets por segundo , lo que corresponde a quinientos
millones de tweets por día. Cada sesenta
segundos, se publican 510,000 comentarios en Facebook .
Agrega los 1.700 millones de sitios web en Internet y la información
intercambiada en sitios de redes sociales como WhatsApp (mil millones de
usuarios al mes), WeChat (697 millones de usuarios al mes), Tumblr (555
millones de usuarios al mes) e Instagram (400 millones). usuarios al mes), y
queda claro que estamos intercambiando más palabras que nunca en la historia de
la humanidad.
Estas pueden ser buenas noticias para el
evangelio, pero malas noticias para nuestras almas.
Hace unas semanas compartí con la Iglesia
Church for all nations en Boca Raton estado de Florida, una historia sobre dos
amigos de civilizaciones diferentes, que usé para enseñar sobre la necesidad de
estar afinados a la frecuencia de Dios. Se titula EL CANTO DEL GRILLO y hoy
quiero comentárselas: Érase una vez un indio que abandonó la reserva y fue a
visitar a un hombre blanco al que le unía una vieja amistad. Una ciudad grande,
con todo ese ruido, esos coches y tantas personas que tienen todas tanta prisa,
era algo nuevo y desconcertante para el indio. El piel roja y el cara pálida
paseaban por la calle cuando, de repente, el indio le dio un ligero toque a su
amigo en el hombro y le dijo: –¡Párate un momento! ¿Oyes lo que yo estoy
oyendo? El hombre blanco contestó: –Lo único que oigo es el claxon de los
coches y el traqueteo de los autobuses. Y también las voces y el ruido de los
pasos de los hombres. ¿Qué es lo que te ha llamado la atención? –Ninguna de
esas cosas. Oigo que en los alrededores hay un grillo cantando. El hombre
blanco agudizó el oído. Después sacudió la cabeza. –Te estás equivocando, amigo
–dijo–. Aquí no hay grillos. Además, aunque hubiese un grillo por aquí, en
alguna parte, sería imposible oír su canto con todo este ruido de fondo. El
indio dio unos cuantos pasos. Se quedó parado ante la pared de una casa. Por
esa pared crecía una vid silvestre. Corrió unas hojas hacia un lado, y ¡vaya
asombro para el hombre blanco! Allí había, en efecto, un grillo, que cantaba
con todas sus fuerzas. Y, cuando el hombre blanco vio el grillo, también pudo
percibir el sonido que emitía. Siguieron andando, y después de un rato dijo el
hombre blanco: –Está claro que eras tú quién podía oír el grillo. Tu oído está
mucho mejor entrenado que el mío. Además, los indios tienen el oído más
desarrollado que los blancos. El indio sonrió, negó con la cabeza y respondió:
–Te equivocas, amigo. El oído de un indio no es mejor ni peor que el de un
blanco. Atiende, que te lo voy a demostrar. Metió la mano en el bolsillo, sacó
una moneda de 50 céntimos y la dejó caer sobre la acera. La moneda tintineó al
chocar con el asfalto, y las personas que se encontraban a varios metros de los
dos amigos se apercibieron del sonido y miraron hacia todos los lados.
Finalmente, uno la encontró, la recogió y se la guardó. Después siguió andando.
–¿Ves? –dijo el indio–. El tintineo de la moneda no era un sonido más fuerte
que el canto del grillo, y a pesar de ello lo han oído muchas mujeres y hombres
blancos y se han dado la vuelta al instante, mientras que el canto del grillo nadie
lo oyó más que yo. No es cierto que el oído de los indios sea mejor que el de
los blancos. Es simplemente que cada uno oye bien solo aquello a lo que está
acostumbrado a atender. FREDERIK HETMANN Historia de pieles rojas
El
secreto de la Reforma.
En medio de
la cacofonía de las palabras en nuestra cultura, puede ser difícil escuchar la
voz de Dios. Pero las palabras humanas no pueden cambiar los corazones
humanos. Solo las palabras de Dios tienen el poder de convencer de pecado,
salvar almas y transformar eternidades.
Al explicar
la Reforma Protestante, Martín Lutero testificó: “Simplemente enseñé, prediqué y escribí la Palabra de Dios; De lo contrario no hice nada ".
La
declaración "Así dice el Señor" aparece más de cuatrocientas veces en la
Biblia . Cada vez, un humano escuchaba la palabra de Dios
antes de que hablara o escribiera su verdad al mundo.
Ahora es tu
turno.
Para hablar
la palabra de Dios, primero debemos escuchar la palabra de Dios. ¿Cuándo
fue la última vez en nuestra frenética cultura impulsada por las redes
sociales, que aceptaste la invitación de tu Padre celestial a “estar quieto y saber
que yo soy Dios” ( Salmo 46:10 )? ¿Cuándo fue la última vez que
escuchaste el “susurro bajo” del Espíritu de Dios ( 1 Reyes 19:12 )?
Nuestro
Padre habla a través de su palabra mientras estudiamos las Escrituras
( Hebreos 4:12). Habla
a través de su adoración mientras oramos y nos enfocamos en él
(cf. Hechos 13: 2 ). Habla
a través de su mundo mientras buscamos al Creador en su creación
( Salmo 19: 1–4 ).
Hoy nos
invaden constantemente las redes sociales y dedicamos en promedio cinco horas al día al uso de ellas. Permita Dios que este avance tecnológico no nos impida
recordar la necesidad de estar a solas con Él, quién es nuestra verdadera fuente
de sabiduría, entendimiento y guía espiritual. (Salmo 111:10)
De hecho,
tu Señor quiere hablarte hoy. ¿Cuándo harás tiempo para escuchar??
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