He estado leyendo con asombro acerca de las
opiniones de connotados escritores nacionales sobre la crisis política que vive
actualmente Venezuela, que ha derivado en una crisis social, alimentaria y una
carencia acentuada de los servicios públicos como el agua y la electricidad.
Casi todos concuerdan que “el juego se
encuentra trancado” , es decir, parece
no haber posibilidad alguna de que los actores políticos se sienten en una mesa
a negociar la salida a esta crisis. Al contrario, parece que la única vía que
se nos avecina, según estos entendidos, es una confrontación bélica, donde se
está determinando el método de ataque que logre la victoria. He leído como los
articulistas de opinión se debaten entre un ataque direccionado hacia objetivos
militares, vías de comunicación y centros de mando político, con misiles de
corto y mediano alcance desde las costas venezolanas y entre una incursión militar
terrestre desde los países fronterizos, la cual podría extenderse hasta por
diez meses , dependiendo de la resistencia de grupos de apoyo civil al
gobierno. Cualquiera de las dos opciones dejaría al país devastado y disminuido
, así como con una cantidad inimaginable de muertos, caso similar al de Siria,
donde los actores que confluyeron y aun se encuentran en ese país son por “casualidad” los mismos
que actualmente están entrando en juego en el escenario venezolano, vale
mencionarlos, Estados Unidos y sus aliados y por otro lado Rusia, China y no nos sorprenda la incursión en
este escenario del presidente de Turquía, quien visitó al país el año pasado. El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, acaba de advertir de consecuencias a Rusia por su reciente envío de casi cien militares a suelo venezolano.
¿En este orden de ideas, que debe hacer y qué
puede aportar la Iglesia del Señor en Venezuela? ¿De que bando colocarse?
Mientras los cristianos responden a este tema
controvertido, es vital que resistamos la tentación de poner nuestras creencias
políticas por encima de nuestro testimonio público.
REFLEJAR SU CARÁCTER
Nuestro Padre ahora está pidiendo a sus hijos
que reflejen su carácter. Si usted es un partidario o un crítico del
presidente y su administración, es vital que responda de manera que glorifique
a nuestro Señor y atraiga a la gente hacia Él.
Uno: Debemos orar por nuestros líderes.
Pablo
nos instruyó: "Insto a que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y
acciones de gracias por todas las personas, por los reyes y por todos los que
están en posiciones altas" ( 1 Timoteo 2:
1–2 ).
¿Cuándo
fue la última vez que oró por nuestro presidente y otros líderes?
Dos: Debemos responsabilizar a nuestros líderes
por el carácter bíblico.
Jesús
le dijo a sus apóstoles: "Si alguien es el primero, debe ser el último de
todos y el servidor de todos" ( Marcos 9:35 ). Después
de lavar los pies de sus discípulos, nuestro Señor les enseñó: “Si yo, tu Señor
y Maestro, te lavé los pies, también deberías lavarte los pies” ( Juan 13:14 ).
¿Estás
orando para que nuestros líderes sean siervos bíblicos?
¿Estás
modelando semejante comportamiento para nuestra sociedad y cultura?
Como
a menudo señalo, ganar argumentos es menos importante que ganar
almas. Frederick Faber tenía razón: "La amabilidad ha convertido a
más pecadores que el celo, la elocuencia o el aprendizaje". Como
resultado, en una cultura tan llena de aristas partidistas, las palabras del
eclesiástico inglés del siglo XVII Thomas Fuller son notablemente relevantes:
"La bondad es El arma más noble para conquistar”.
Escribiré
sobre lo que he estado predicando en algunas iglesias sobre lo que he sentido
en mi corazón de parte del Señor, luego de escuchar las palabras proféticas que
Dios ha dado para Venezuela al final del año pasado, debe ser la función primordial
de la iglesia en este tiempo de oscuridad que vive Venezuela y es el mismo que
se le pidió al pueblo de Israel ante la terquedad y dureza de corazón mostrada
por el Faraón de Egipto, impidiendo la salida del pueblo de Dios hacia la
libertad. Cada creyente debe convertirse en lo que Dios lo ha llamado a ser, un
sacerdote de su hogar, levantar el altar familiar y cubrir a su familia con la
sangre del Cordero inmolado en la cruz del Calvario para que el ángel de la
muerte que se paseará con fuerza sobre nuestro país, no toque la vida de
nuestras familias (Exodo cap 11). De igual manera la Iglesia debe prepararse en la búsqueda
continua de la unción del Espíritu Santo para llenar sus lámparas a fin de
alumbrar el camino de la Salvación a aquellos que desesperadamente busquen
respuesta en ella en los días lúgubres que se avecinan.
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